Crisis de deuda y especulación
La especulación juega su papel en este tablero de los precios de los alimentos. Como reconoce Catherine Flax, de JP Morgan, la inseguridad provocada por la crisis de deuda europea en los mercados y las bolsas ha desviado la atención de muchos inversores hacia los llamados activos físicos, como los agrícolas o los relacionados con las infraestructuras.
Baste como ejemplo un grupo de cajas españolas, que ha puesto en marcha un depósito financiero cuyos rendimientos están ligados a la evolución del precio del maíz, el azúcar y el café, tres productos que en 2010 se revalorizaron con cifras de dos dígitos. Con ese precedente, promete una rentabilidad de la inversión del 7% en un solo año.
En EE.UU., el mayor operador bursátil del mundo en materias primas alimentarias, Cargill, triplicó sus beneficios en el último trimestre del año pasado respecto a los que logró en el mismo período del año anterior.
Reducción de la previsión de cosechas
Durante 2010, en los mercados donde cotizan los productos alimentarios, el trigo subió un 47%, el maíz más de un 50% y la soja estadounidense un 34%. El café se encareció casi un 62%. Esos precios han repuntado al conocerse que el Departamento de Agricultura de EEUU (USDA) ha reducido sus estimaciones para las cosechas y las reservas mundiales de maíz, soja y arroz debido a las inundaciones en Australia y la sequía que viven Argentina y el sur de Brasil, que puede extenderse también a la próxima cosecha estadounidense.
En concreto, la USDA reduce su previsión de la producción mundial de trigo para 2011-2012 en 690.000 toneladas, un 9,8% menos que en la temporada anterior debido a las inundaciones en Australia (cuarto mayor productor mundial) y el mantenimiento del bloqueo de exportaciones de Rusia (primer productor), impuesto tras la sequía que devastó sus cosechas el pasado verano.
Respecto al maíz, EEUU calcula que la producción mundial caerá en 4,7 millones de toneladas como consecuencia de la sequía en Argentina. La falta de lluvia también afectará a la soja, de la que el país latinoamericano cosechará un 7,3% menos que en la campaña precedente.
El organismo de la ONU para la agricultura y la alimentación, la FAO, ha confirmado que los precios de los alimentos alcanzaron su nivel máximo desde 2008. La carne y el azúcar repuntaron aún más y marcaron su máximo desde 1990.
El fantasma de la crisis del 2008
En ese contexto, la FAO avisa de un más que posible aumento de inflación, del regreso de medidas proteccionistas para asegurar el abastecimiento de los mercados propios y de nuevas revueltas sociales como las vividas en 2008.
Entonces, las protestas se extendieron desde México a Egipto o Haití. Al dispararse el precio de las importaciones, muchos países vieron desequilibrarse sus balanzas comerciales y se precipitaron en profundos déficits, y varios Estados asiáticos restringieron sus exportaciones de arroz, con lo que contribuyeron al círculo vicioso de su encarecimiento. Muchos analistas descartan que se repita una crisis como la de hace dos años, pero sí ven como una amenaza el aumento de los precios del petróleo.
Daniel Pingarrón señala que «las políticas económicas restrictivas de la actualidad dan más importancia a la energía y a otras materias primas antes que a los alimentos. En 2008 el aumento de gasto público tuvo un mayor efecto en el incremento de la inflación de lo que ahora pueden tener los alimentos». Coincide con él Jonathan Anderson, especialista del banco de inversión USB, quien explica que el índice general elaborado con el precio de los alimentos debería incrementarse en otro 50% para que tuviese el mismo efecto sobre la inflación que tuvo en 2008.
La consultora JP Morgan es mucho menos optimista y ha advertido esta semana que “el aumento de los precios en productos agrícolas clave va a tener un indudable impacto en la inflación”.