La explotación de los recursos naturales en América Latina, acelerada por los flujos de comercio con China y otros países emergentes, ha agravado el cuadro medioambiental de la región, según un estudio difundido este martes por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Según el informe, presentado en Brasilia, «las estrategias económico-productivas de los países de la región aún no integraron el concepto de desarrollo sustentable como un asunto central», lo cual ha llevado a un aumento de la producción de bienes industriales con «un potencial de contaminación más elevado».
El estudio, desarrollado por el PNUMA junto con las universidades Autónoma Metropolitana de México y Concepción, de Chile, así como con la Red Mercosur de Estudios Económicos, analizó los casos de las economías de Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, México y Chile, las que más crecimiento han registrado en los últimos años.
El informe sostiene que «el proceso de ‘primarización» de esas economías», dado por ese vuelco a la explotación de materias primas, ha «ocasionado un aumento creciente de las presiones sobre algunos recursos, como el agua y el suelo«».
En todos los casos, el PNUMA apunta que ese modelo de producción ha generado «una mayor carga de contaminación y una mayor presión sobre los ecosistemas y la biodiversidad».
Esas tendencias, según el informe, «se han vuelto más fuertes en la última década, debido al crecimiento de las economías emergentes y especialmente China», país con el que América Latina mantiene un creciente comercio basado, sobre todo, en las materias primas.
El estudio señala que ese proceso se ha dado sin la necesaria «planificación« y con «fallos en las políticas públicas», pues los Gobiernos en general «no han integrado sus estrategias productivas a la anticipación o consideración de los problemas de degradación medioambiental que puede generar el crecimiento económico».
Políticas en dirección contraria
En ese sentido, observa que muchas políticas públicas aplicadas en la región van en una dirección contraria y «apoyan firmemente la expansión de las materias primas basadas en los recursos naturales y productos industriales con alto potencial de contaminación, ya que buscan potenciar el retorno de corto plazo».
El PNUMA también advierte en particular de «la creciente presión sobre el uso del agua», dada por la fuerte expansión de la actividad agropecuaria, que no ha sido acompañada por políticas que estimulen el uso correcto y sustentable de ese recurso.
La especialista María Amelia Enríquez, integrante del Panel Internacional de Recursos del PNUMA, dijo al presentar el informe que también es necesario que las políticas medioambientales tengan un mayor espacio en los diversos bloques de integración regional que existen en América Latina.
«Debe haber una mayor cooperación internacional para superar las asimetrías institucionales y de legislación medioambiental que hay en la región», indicó Enríquez, quien subrayó que los ecosistemas «no respetan ni entienden de fronteras políticas».
La directora regional de Tecnología, Industria y Economía del PNUMA, Elisa Tonda, admitió esa falta de cooperación y también el hecho de que los distintos bloques de integración latinoamericanos «todavía no tienen estructuras ni espacios» para tratar la agenda medioambiental.
Sin embargo, afirmó que «los países están entendiendo» y que el estudio presentado, elaborado con un mandato aprobado por todos los países de América Latina, supone un paso en esa dirección.