Iberia, Hesperia o Hispania, los diferentes nombres con que la antigua España fue conocida, era famosa por sus recursos naturales, y en particular por la abundancia y variedad de su riqueza mineral. Ésto atrajo la atención de pueblos guerreros y, de esta manera, España se convirtió en campo de batalla para los ejércitos de Cartago y Roma.
Incluso antes de ésto, los viajes de los fenicios a los «pilares de Hércules» (tal como era conocido el Estrecho de Gibraltar) y más allá hacia las Islas Casitéridas pueden ser explicados por la existencia de plata en Cartagena (Murcia) y Sierra Morena (Andalucía), de cobre en Huelva (Andalucía) y de oro y estaño en Galicia. Todavía a principios del presente siglo, España poseía algunos de los más importantes depósitos de varios minerales, y el desarrollo económico de ciertas regiones, como las provincias vascas y Asturias, se basó en su riqueza mineral.
Hoy la situación ha cambiado; pero, no obstante, España sigue siendo uno de los países más ricos de Europa en producción mineral.
En el presente, la producción de mineral en España está centrada en fuentes de producción no energéticas. A nivel mundial, y teniendo en cuenta exclusivamente el valor de los minerales metálicos y no metálicos y productos mineros, España ocupa internacionalmente la novena posición y el primer lugar entre los países de la Comunidad Europea.
Si añadimos los materiales productores de energía (carbón, petróleo, gas y uranio) a este cómputo, España desciende hasta la 38ª posición en la clasificación mundial. Si consideramos solamente los productos energéticos, España se encuentra en la 40ª posición. Así pues, la minería representa solamente el 15% del Producto Nacional Bruto y da empleo solamente a 85.000 personas, distribuidas entre 3.700 zonas mineras.
La diversidad de la producción mineral española -con la excepción de minerales productores de energía- es grande; encontramos en el suelo español casi todo tipo de minerales. Sin embargo, de un total de unos cien productos, sólo diecisiete se extraen en cantidades significativas.
Se trata de hierro, pirita, cobre, plomo, estaño, mercurio y wolframio (entre los minerales metálicos); y argilita refractaria, bentonita, cuarzo, espato fluoroso, glauberita, magnetita calcinada, sal de roca y marina y sales potásicas y sepiolíticas (minerales no metálicos).
Aunque es variada, la producción de minerales metálicos no es suficiente para satisfacer las demandas nacionales. Por otro lado, la situación de los minerales no metálicos está marcada por excedentes y supera de sobra las necesidades del mercado interior.
Recientemente, se ha realizado un sorprendente descubrimiento en el subsuelo de Álava. Se trata de un yacimiento de gas que podria garantizar el suministro de toda España durante cinco años. En la comarca se confía que el descubrimiento pueda servir de impulso económico.
Se trata de gas no convencional, es decir, pegado a la roca y no en bolsas, por lo que su extracción será «más difícil y costosa» de lo normal. Pero, si el hallazgo no se evapora por los condicionantes técnicos, puede calificarse de histórico, dado que España apenas produce gas: sólo tiene dos pozos en activo, Marismas y Poseidón (pertenecientes a Gas Natural), que representan sólo el 0,29% del consumo.
El Ejecutivo vasco ha alcanzado un acuerdo con dos empresas estadounidenses para invertir 100 millones de euros en dos nuevas prospecciones.