El litio, un metal de aspecto plateado, blando y ligero, que por su aspecto no llamaría la atención de nadie, se perfila como la cura a la adicción mundial al petróleo… y como su potencial reemplazante.
Este metal no cotiza en ninguna bolsa de materias primas, sin embargo, de acuerdo a los datos proporcionados por Credit Suisse, su precio se ha triplicado desde el año 1999.
El rol del litio se desarrolla en la fabricación de baterías. Su aplicación en la actualidad es muy amplia, ya que constituye el componente principal de las baterías recargables utilizadas, no sólo los teléfonos y las computadoras portátiles, los iPods y iPads, sino también para los soportes informáticos militares y médicos.
Sin embargo, su verdadero potencial se encuentra ahora en su utilización para el funcionamiento de vehículos eléctricos e hídridos, un mercado en el cual se espera una explosión en los próximos años.
Justamente, Barack Obama, el presidente de EE.UU., ha declarado que desea que un millón de autos híbridos eléctricos circulen en las carreteras de su país en 2015. Todo en pos de la reducción de la contaminación ambiental, ya que este tipo de vehículos no emiten gases de efecto invernadero.
Para lograr este objetivo los fabricantes de automóviles apuestan por las baterías recargables de iones de litio, que combinan litio con oxígeno y por su escaso peso y su gran capacidad de almacenamiento de energía, se perfilan como la mejor alternativa para proveer de energía a estos vehículos.
En el mundo, una de las mayores reservas de este metal se encuentra en Bolivia. Más precisamente en el salar andino de Uyuni. Este desierto salino, es el más grande del mundo, con una superficie de unos 10.000 kilómetros cuadrados. Las reservas de litio allí albergadas se estiman en unas 100 millones de toneladas.
Por otro lado, un estudio de geólogos estadounidenses revela haber hallado en Afganistán, una zona devastada por décadas de guerra, reservas de litio tan importantes como las de Bolivia. Sus reservas minerales sin explotar como consecuencia de su situación política, se estiman en casi un billón de dólares.
En la actualidad, la explotación del litio se encuentra en manos de grandes multinacionales para las cuales este metal tan sólo representa una pequeña porción de sus negocios, o bien, es desarrollada por nuevas mineras que están todavía a años de empezar a producir.
Es por ello, que ante el atractivo que está tomando el litio, las compañías del sector minero comienzan a moverse con prisa.
Así Orocobre, una compañía de capitales australianos, firmó en enero pasado un acuerdo con Toyota para desarrollar un proyecto de litio en Argentina.
También en Argentina, encontraron su interés por el inicio de una exploración de litio, un consorcio surcoreano y una firma minera canadiense.
Galaxy Resources, una compañía minera y química australiana, comenzará muy pronto a procesar en su planta de china los recursos de la segunda reserva mundial de espudomena, un mineral fuente de litio, situada en el oeste de Australia.
Asimismo, se encuentra debutando el Global X Lithium, un fondo cotizado o ETF que sigue a los productores de este metal blando y los fabricantes de baterías.
Tanto interés no es en vano… los expertos estiman que para finales de esta década, la demanda global de litio se duplicará… o incluso superará estas previsiones.
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