El negocio de la pesca

 

El juicio por el secuestro que sufrió durante 47 días el atunero vasco Alakrana, en manos de los piratas, han dirigido la atención hacia un negocio altamente riesgoso y redituable.

El buque Alakrana opera en el Océano Indico. Esta zona de pesca, en las aguas próximas a Somalia está plagada del atún, pero también de piratas.

Por las características de su tipo de pesca, la flota atunera del Índico es especialmente vulnerable a los ataques piratas. Las maniobras que el despliegue de las redes y su recogida requieren hacen necesario que el buque esté inmóvil al menos dos horas. En ese momento, tanto el buque como la lancha que ayuda al barco a extender la red son perfectamente accesibles para los piratas.

Pero todo riesgo tiene su recompensa, el negocio que mueve el enorme caladero de túnidos de la zona alcanza los 180 millones anuales.

Este abultado número, no sólo fue confirmado por fuentes del sector, sino también respaldado por los números publicados en de los estados contables de la empresa Echebastar Flete, dueña del buque secuestrado.

La empresa armadora del Alakrana logró facturar el año pasado 30 millones de euros y arrojó unos beneficios netos de 5,8 millones. El incremento en la facturación y en los beneficios resulta atribuída al aumento de la captura producto de que la flota se mantuvo operando todo el año en dicha zona.

Las campañas de pesca, denominadas mareas en el argot del sector, suelen durar dos meses, pasados los cuales los buques acuden a puerto, fundamentalmente a Puerto Victoria, en las Islas Seychelles. Allí descargan y regresan al caladero para llevar a cabo otra marea. Según informa la Confederación Española de Pesca (Cepesca), cada dos mareas (4 meses) se releva toda la tripulación -una media de 30 personas- del buque, ya que los barcos nunca abandonan la zona, pescan en el Índico en permanencia durante todo el año.

 
En la actualidad la flota compuesta de 33 buques, de los cuales 18 tienen pabellón español, captura en torno a las 200.000 toneladas de atún tropical, cifra que supone el 40% de la demanda de la industria conservera española.