El petróleo es una de las principales materias primas del planeta y esencialmente se encuentra compuesto por hidrocarburos insolubles en agua. Durante miles de años, restos de materia orgánica, en concreto plantas y microorganismos, quedaron atrapados entre diversos niveles de sedimentos, formando en algunos casos bolsas de petróleo o yacimientos petrolíferos. Esto hace que su extracción sea complicada, necesitando para ello la construcción de pozos petrolíferos que perforan la tierra hasta llegar a este oro negro.
Teniendo en cuenta lo anteriormente citado, nos queda claro que es un recurso natural no renovable y, en consecuencia, finito. A día de hoy es una fuente de energía altamente demandada, sobre todo por países desarrollados que la necesitan como combustible para máquinas y vehículos. Pero también usamos sus derivados para asfaltar nuestras calles, fabricar telas como el nailon, fertilizantes y herbicidas, aditivos para la industria alimentaria, etc. Con tantos usos como tiene y con los millones de litros que se extraen diariamente, es lógico pensar que en algún momento se acabará.
Las reservas de petróleo no están en peligro
Realment,e buscar una respuesta clara a esta cuestión es bastante difícil, porque no podemos barajar unas cifras exactas. El 13 de enero de este año, la consultora de Roland Berger hizo público su estudio “Nos estamos quedando sin petróleo”, donde concluía que el petróleo no se va a agotar a medio plazo y que es prácticamente improbable que se termine a largo plazo.
A pesar de haber un aumento en la demanda del crudo de un 1,3% al año, hay que tener en cuenta que las reservas mundiales de petróleo convencional han aumentado a su vez un 3% anual. Según la Agencia Internacional de la Energía, contamos actualmente con 2,7 billones de barriles de crudo en reserva, suficientes como para abastecernos durante bastante tiempo.
Por otro lado, podemos añadir que si bien no hay un peligro inmediato a que el suministro de crudo desaparezca, el problema radica en los elevados costes marginales que se necesitan para su producción, situando en 70 dólares el precio del barril durante los próximos dos años. Esto ocurre sobre todo, porque las nuevas reservas son de petróleo no convencional y, aparte de los gastos que origina su extracción, hay que añadirle el tratamiento que necesita para ser procesado. De momento, no hay ningún estudio que haya demostrado que pueda existir un riesgo de desabastecimiento lo suficientemente claro como para crear una alarma social innecesaria.
Imagen – FlickrNestor Galia