El neófito puede llegar a pensar, ¿Qué tendrá que ver lo que pase con la cotización de la moneda china, con el precio de las materias primas?
Sin embargo, tiene mucho que ver. Países como EE.UU. y Europa han ejercido una fuerte presión en los últimos meses sobre el gigante asiático, para que efectúe un cambio en su régimen cambiario. Estas presiones se presentan en un momento en que China aparece como un enorme mercado potencial y EE.UU. y Europa necesitan más que nunca la demanda externa para poder paliar la crisis económica en que se encuentran sumidas.
Hasta el momento, se estima que el yuan excesivamente depreciado ha ayudado a China a exportar por encima de lo que serían sus posibilidades reales. El cambio en la política monetaria del país, puede revertir esta situación, abriendo nuevos mercados por el momento cerrados para los europeos al posicionarse en condiciones de mayor competitividad.
Por otra parte, una apreciación de la divisa china aumentaría la capacidad adquisitiva de los consumidores chinos. Este constituye un factor macroeconómico con consecuencias nada menores, si tenemos en cuenta que China cuenta con más de 1.330 millones de habitantes y una tasa de crecimiento del 8,7%.
Al incrementarse la demanda interna de un país hasta el momento enfocado en las exportaciones, se beneficiarán aquellas empresas centradas en el consumidor chino y con ello puede producirse un incremento de las importaciones hacia China por parte de sus socios comerciales.
Si bien, por el momento la fluctuación del yuan será moderada y controlada, las implicancias de este cambio de actitud a futuro son muy importantes.
Imágen: Fuente Google